En
términos simples el fenómeno del corralito se origina cuando se restringe la
libre disposición de dinero en efectivo de cuentas corrientes y similares. Si
bien es una medida que podría aplicarse teóricamente para agilizar la economía,
por ejemplo impidiendo sólo la retirada de dinero físico para fomentar el uso
de tarjetas de crédito, normalmente se usa en momentos críticos como antesala
de algún proceso económico doloroso.
El
caso más recordado, que acuñó el término, ocurrió en Argentina en el año 2001,
cuando el gobierno decidió eliminar la paridad peso-dólar (en términos
sencillos un peso valía exactamente un dólar) respondiendo a la profunda crisis
financiera por la que pasaba el país. Durante un año se permitió solamente retirar 250 pesos a la semana por parte
de los titulares de las cuentas.
¿Y
por qué surge esta medida?
Supongamos,
hipotéticamente, que hace veinte años los Estados europeos se hubieran embarcado
en un proyecto común para, a través de mecanismos internacionales, crear una unión política, económica y
monetaria, convirtiéndose en el largo plazo en un solo estado federal (u otra
estructura similar). Sé que lo que voy a decir impresionará a más de uno,
teniendo en cuenta que a priori ningún político podría ser tan tonto, pero imaginaros
que los Estados hubieran puesto en marcha una unión monetaria sin avanzar en la unión fiscal y
política, fomentando una burbuja económica bestial
entre los países, lo suficientemente grande como para alimentar incluso
otras pequeñas burbujas a nivel nacional. Y en un alarde de actitud pésima
hacia los mínimos conocimientos inherentes a los gestores nacionales, imaginemos
también que los gobernantes de toda Europa hubieran sido incapaces de organizarse
para arreglar el estropicio una vez que las burbujas reventaran, aun sabiendo
que la supervivencia económica de sus propios Estados dependía de ello. Es más, teoricemos con la posibilidad de
que sus medidas hubieran empeorado la situación hacia lo impensable. El infierno de los idiotas.
Tendríamos
entonces una España que quizás hiciera sus transacciones comerciales con una
moneda que no se puede permitir, en una coyuntura donde un posible impago de la
deuda llevaría a la expulsión del país de la Unión Europea. Los ciudadanos
sabrían que en el momento en el que eso ocurriera sus ahorros bancarios
pasarían de estar en euros a estar en neopesetas (quizás con otro nombre,
dependiendo de la maestría de los filólogos para encontrar una palabra que
fuera a decir algo así como “más tontos y nos prendemos fuego”). Llegado ese
momento su dinero perdería valor,
porque sus 1000 euros en el banco, ahora serían 1000 neopesetas, que valdrían en el mercado
internacional diez veces menos (nadie quiere moneda de un país en quiebra).
Ante
esta situación lo más sensato es ir sacando los ahorros en euros de los bancos
en España para, o bien guardarlos debajo del colchón, o bien depositarlos en el
extranjero; evitando así que a nuestro dinero se le pueda aplicar la futura convertibilidad.
Esta medida, junto a la desinversión en las empresas del país (fenómeno todavía
peor que lamentablemente no se puede evitar con corralitos), es lo que se conoce como la fuga de capitales, y
supone meterle tres tiros en el pecho a la economía.
En
resumidas cuentas, si sabes que vas a tener que cambiar tu moneda, devaluar
drásticamente el valor de la que ya tienes, o efectuar cualquier medida que
vaya a suponer un posible riesgo de pánico bancario, lo primero es recurrir al
corralito. Restringes la salida de efectivo, produces el dolor, y vuelves a permitir la salida de dinero de las cuentas
corrientes cuando las medidas ya han sido tomadas.
¿Cómo
evitar que un corralito te perjudique? Teniendo un gobierno estable y sensato,
que incentive la economía en los periodos de crisis y la frene en los períodos
de auge, suavizando las inevitables
crisis cíclicas que se dan en las economías capitalistas.
Y
hablando enserio, los métodos por excelencia en los períodos turbulentos se
basan en comprar deuda pública en un país con una economía y una moneda estable
(es por eso que la deuda Alemana y la estadounidense están tan bajas en
comparación con los países de la periferia europea), invertir en empresas fiables y de poco riesgo,
o directamente sacar el dinero de España para depositarlo en bancos extranjeros.
La
idea, al final, es colocar tus activos fuera de la posible acción del gobierno.
Monsieur le Tupé.
Está bien saber que poder hacer en un futuro probabilística y agónicamente próximo; mejor que correr como pollo sin cabeza en el corral urbanístico que hemos montado.
ResponderEliminar(¿Los pollos pueden comer césped artificial? Estamos salvados...)
Este si, muy interesante, no puedo con tus aburridas leyes y letras en cursiva XD
ResponderEliminarDe todas formas que sepas que todo esto que te han contado son sucias falacias...estas cosas en este gran país no pasan...XD
Señor Conde Chócula, me temo que las maniobras para evitar el corralito es para las personas que tienen posibles con los que maniobrar. ¡Tu a comer césped artificial, inmundo pollo!
ResponderEliminarSeñora Leyla, esto me recuerda a una gran frase de Homer simsonp: "¡Pero si nuestra economía va a ir de maravilla!... espera, ¿somos chinos no?" (ya haré artículos económicos con gráficas y curvas, tranquila).
Esta es mi realidad: Banco de sangre
ResponderEliminarMe he descojonado vivo.
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