El legado de Maquiavelo

Miércoles 24 de octubre. Año 2012. Con motivo de la "Fiesta del cine", una suerte de semana fantástica de El Corte Inglés que han organizado los señores del cine para que nos cueste una entrada dos euros, me dispongo clausurar dicho evento visionando la película Blancanieves, de Pablo Berger, de la cual he oído y leído maravillas por doquier. Para quien no lo sepa, se trata de una película, muda y en blanco y negro, que nos traslada la historia de Blancanieves a la Sevilla de los años 20. Blancanieves es hija de un torero, y cuando crece sigue sus pasos, algo que en la película está bastante bien contado, y aunque parezca un argumento de risa, es mucho más de lo que parece.

Al salir de la sala, efectivamente, salgo gratamente satisfecho, acabo de ver una gran película, me digo a mí mismo. Me ha sorprendido porque trata el tema taurino de un modo políticamente correcto, puesto que el toreo es parte principal del argumento, pero en ningún momento vemos a los toros totalmente puteados, ni siendo picados por los picadores, lo máximo es verlos cansados. De hecho, todo el que se dedica a torear, por A o por B acaba bastante jodido. Así que todo es felicidad cuando salgo de ver la película, porque vivo en el pais de la gominola, como decía Homer Simpson.

Porque, en efecto, cuando llego a mi casa, mientras estoy "surfeando el internet", que dicen los ingleses, leo una crítica sobre la película en la que el autor habla del film como una buena idea, una buena ejecución y demás, pero lo hace desde la distancia, no le ha gustado demasiado la película, al parecer. No le habrá parecido acertado el disponer de enanitos bomberos toreros, pienso yo, pero nada más lejos de la realidad. El autor cuenta al final de la reseña que durante el rodaje de la película murieron varios toros innecesariamente. Con dos cojones.

Tras echarme las manos a la cabeza, investigo un poco, y en efecto, cierto como la vida misma, han muerto varios toros en el rodaje. Por lo visto se vio un camión frigorífico saliendo de la plaza de toros de Aranjuez, que portaba carne de varios toros de lidia muertos ese mismo día. Casualmente, dicho día fue cuando se estaba rodando en la misma plaza varias lidias que aparecen en la película. Además, el colegio de veterinarios de Madrid confirmó dichas informaciones. Todas estas informaciones se filtraron después de que la película fuese elegida para representar a España en la carrera por el Oscar a mejor película extranjera Más claro, agua destilada.

Sin afán de parecerme al cómico Goyo Jiménez, he de decir que esto en América no pasa. Tenemos por un lado, la serie Luck, del pasado año, de la cadena HBO, que tenía todas las papeletas para convertirse en un nuevo buque insignia de la cadena. Un tema atractivo, el de los hipódromos, los tipos que los manejan, los cuidadores de caballos, los jokeys, todo esto como siempre con directores y actores de primera línea ( protagonizada por Dustin Hoffman). Pero tras el estreno de la primera temporada, se descubrió que murieron varios caballos, por lo que HBO se vio obligada a cancelar la serie. Por oto lado tenemos la película de Steven Spielberg, War Horse, de este último año también, en la que el protagonista es un caballo, y mire usted por dónde ningún bicho ha tenido que morir para que la película salga adelante.

Es entonces cuando empiezo a pensar en quién es responsable de que esta película siga estando en cartelera, después de saberse todo esto. Es decir, cómo la productora ha tenido la poca vergüenza de negar todas estas informaciones, como la crítica no ha rectificado, ya no en sus críticas, sino en alabar el producto como representación de España en los Oscar. Ni que decir ya de los actores, director, y todo el equipo de la película. La credibilidad que ganaron dicho miércoles para un servidor se ha esfumado. La palma se la lleva, como siempre suele pasar, esa mafia llamada Academia del cine español, que a base de ocultismos y negaciones de lo evidente, no sólo no denuncia la película, sino que la elige para los Oscar. De juzgado de guardia, oiga.

En definitiva, toda esta prostitución a la que está sometida el cine español no hace sino empeorar la imagen que se tiene de España por el mundo. Vamos a ser hasta que los mayas dicten el país maltratador de toros por excelencia. Así que prefiero que se considere un éxito del cine español que el pasado año Woody Allen ganase el Oscar por el mejor guión original (España colaboró algo en la producción de Midnight in Paris, en la colocación de algún foco, supongo) a que se lleve Blancanieves el Oscar a mejor película extranjera en 2013. Si ésta es la España cultural que queremos, en la que "el fin justifica los medios", que me den de baja. No son filosofías propias del siglo XXI.

Almaciguero Mayor