¿Quién no tiene unos pantalones
vaqueros? Son la prenda más utilizada por su versatilidad, comodidad y
resistencia, llegando al punto en que son el “uniforme” de ir al trabajo o a
clase. No hay una temporada en la que desaparezcan de las tiendas, si bien puede
cambiar la moda del color, lavado, hechura… Lamentablemente son una de las
prendas que más impacto ecológico y social tiene en su proceso de fabricación y
transporte.
La tela de los pantalones
vaqueros está hecha de algodón, producido en su inmensa mayoría en la India y
China, por su bajo coste de producción. Sin embargo, en esta clase de cultivos
intensivos se utilizan una gran cantidad de biocidas xenobioticos (insecticidas
y herbicidas de origen industrial, no biodegradables, persistentes y
considerados sustancias peligrosas), que contaminan el suelo y los acuíferos,
repercutiendo no solo en la calidad ambiental de la zona, sino también en la
salud de la población local. (Además de que suele tratarse de algodón
transgénico, que si bien no tiene un
impacto en la salud humana sí que se ha demostrado que perjudica la calidad de
los ecosistemas donde se cultiva.)
Las fábricas de pantalones
vaqueros se sitúan a lo largo y ancho del planeta, repartiéndose en el
territorio según el precio de fabricación y venta de su producto. Lo que no
varía apenas entre ellas es su proceso de fabricación en el que se utiliza una
gran cantidad de agua y se plancha a una altísima temperatura, con el gran
gasto energético que esto supone. Pero además los dos procesos más peligrosos
son el teñido y el “lavado a la piedra” (ese desgaste que presentan muchas
prendas vaqueras, que simula su envejecimiento).
El “Azul Índigo”, el típico azul
intenso de los vaqueros (aproximadamente como el de la imagen), es un tinte muy
contaminante usado en su proceso de fabricación, lo que en las mejores
circunstancias provoca un gasto inmenso en depuración y eliminación de estos
vertidos para los fabricantes, y en el peor de los casos (en países con una
normativa más laxa o inexistente en tema de residuos y vertidos)supone el
vertido de un agua muy contaminada directamente al cauce del rio, donde
contamina el agua de consumo y es tóxico para la vida acuática.
El “Lavado a la piedra” se produce en unas cámaras donde los trabajadores
rocían directamente
las prendas con una mezcla de agua y arena a presión, método conocido como “sandblasting”. Esta técnica provoca una nube de polvo
de sílice, que en caso de que el operario no esté correctamente protegido, va a
parar a sus pulmones pudiendo provocarle numerosos problemas respiratorios,
como la silicosis.
A pesar de ser un
problema global a todos los niveles y tremendamente difícil de solucionar, ya
hay quien intenta poner su granito de arena para evitar o reducir en la medida
de lo posible estos efectos adversos.
Es por ello que desde hace unos años se vienen estudiando los hongos de la putrefacción blanca (en la imagen) para la degradación de compuestos xenobióticos y la decoloración de efluentes, en este caso, para degradar el tinte “Azul Índigo”. Estos hongos son los únicos organismos capaces de degradar todos los componentes de la madera debido a que secretan un complejo enzimático formado por peroxidasas y lacasas. Estas últimas son las más interesantes para estudiar su capacidad de degradación, ya que son muy específicas de su sustrato y solo requieren oxígeno para la reacción y solo producen agua como desecho del proceso, por lo que se las denomina “biocatalizadores verdes”.
La utilización de estas enzimas a escala industrial se ve retrasada por su alto coste de producción y por su sensibilidad, si bien el coste de producción de la enzima puede reducirse por el uso de materiales residuales (residuos agrícolas, como cascaras de pipas o restos de podas) para su producción.
En lo referente al “denim abraded” o “lavado a la piedra” se está investigando con enzimas que suavicen y deterioren parcialmente el tejido con lo que el posterior lavado sea más suave. También se están produciendo avances mecánicos, como hizo en 2008 la empresa española Jeanologia, que presentó una técnica de envejecimiento basada en el laser.
¿Qué pretendo con todo esto? Pues que nos mentalicemos a la hora de comprar, si bien no siempre podremos adquirir ropa orgánica o de comercio justo, sí que seamos conscientes de las repercusiones de nuestras decisiones como consumidores, y tratemos en la medida de lo posible apoyar las marcas que se impliquen en mejorar el proceso de fabricación de sus productos.
Información sobre el autor:
Información sobre el autor:
Artículo escrito por Marta Ogg, estudiante de la licenciatura en ciencias ambientales por la universidad de Salamanca, para la sección de Ciencia y biología de Mente Enjambre.
Su mayor afición es mirar a la gente, a veces les habla, otras veces penetra en sus cabezas sin mediar palabra. Mide 1,20 m, pero inspira el miedo del gigante de Rodas. Le gusta la moda y la repostería, lo cual, por raro que parezca, no la convierte en una subyugada ama de casa, sino en una friki y feroz debatiente de temas reservados para hombres, intelectuales y otros seres del norte.
Ya, nosotros tampoco nos fiábamos de ella al ver esta faz.
Su mayor afición es mirar a la gente, a veces les habla, otras veces penetra en sus cabezas sin mediar palabra. Mide 1,20 m, pero inspira el miedo del gigante de Rodas. Le gusta la moda y la repostería, lo cual, por raro que parezca, no la convierte en una subyugada ama de casa, sino en una friki y feroz debatiente de temas reservados para hombres, intelectuales y otros seres del norte.
Ya, nosotros tampoco nos fiábamos de ella al ver esta faz.
Esto es importante de recordar sobre todo a la hora de juzgar cuantos pantalones nos hacen falta. Porque tres vaqueros de calidad nos pueden durar muchísimos años sin necesidad de otras prendas adicionales.
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