Cada vez cuesta más encontrar información periodística de calidad; la profesión anda de capa caída y fuerza a quienes muestran interés por una noticia a saltar de periódico a periódico, de cadena en cadena, para intentar formar un esbozo coherente de lo que quizás sea la realidad (y eso si el tema te atrae, que si no, te lees el titular que te toque, paz después de gloria, y rezas para que no te hayan presentado la información demasiado sesgada). Cada vez va tocando más acudir a las distintas editoriales, no para saber la realidad, si no para saber como se presenta la realidad a una determinada opción ideológica.
Y con ello, una persona decide mandarnos a tomar por culo a todos y terminar la fiesta dando portazo, convirtiéndose en noticia. De lo que no me quejo, porque está bien que veamos que la gente sufre, que el mundo que hemos montado no trata a todos igual de bien, y que de vez en cuando a alguien le toca el haba seca y no puede con la factura (¿de qué íbamos a querer mejorarlo si no?).
Pero deberíamos tratar la miseria en el mundo con la objetividad y la calidad que se merece, huyendo de la espiral de periodismo amarillo de opinión fácil a la que está cayendo la sección de sucesos. Con el posible aumento de los suicidios por la crisis el asunto clama al cielo: es prácticamente imposible llevarse una idea clara atendiendo únicamente a la información que difunde la prensa.
El palo se lo va a llevar El País, más por casualidad a la hora de buscar las noticias que por otra cosa, porque estoy seguro de que las demás fuentes usuales de información han actuado de la misma manera. No pueden tratar el asunto de manera más contradictoria. Tres noticias he cogido: la primera de ellas informa de que la crisis está disparando la tasa de suicidios en España; la segunda, que en esta crisis se aprecia un descenso de las personas que deciden suicidarse; y la última, mantiene que la situación económica que vivimos es un detonante más para el suicidio.
La información se presenta cruda y sin apenas análisis, dándonos la oportunidad de ejercer la lectura periodística a la carta: en función de si valoramos el actual gobierno o no, podemos googlear el punto de vista que más nos convenga. Lo más llamativo es que aunque todas las crónicas basan su información en parte en los datos del Instituto Nacional de Estadística, fuente que a mi me gusta bastante por su fácil acceso y la presunción de veracidad que tiene, ninguna se molesta en presentar un gráfico de las tasas de suicidios anuales, algo que ayudaría mucho.
Fuente: INE
Para la gráfica he decidido coger el intervalo de años que me ha parecido más significado: va desde los dos años anteriores al estallido de la burbuja inmobiliaria y la posterior crisis, hasta el último año del que se tienen cifras oficiales (es desesperante la lentitud con las que se actualizan este tipo de cifras). El INE no muestra únicamente el número suicidios, sino que los agrupa junto con las lesiones producidas de propia mano, así que no puedo asegurar con exactitud cual es la tasa anual, pero aun así creo que el gráfico es bastante esclarecedor.
Por lo visto el suicidio está disminuyendo en la coyuntura actual de depresión económica permanente. No tengo muy claro por qué, ya que al parecer la literatura médica es clara al destacar la relación entre crisis y aumento de la tasa de suicidios, pero dicha tendencia todavía no se ha visto reflejada en España. Puede que sea porque nuestro estado social todavía aguanta y que muchas personas en situación de riesgo de pobreza están siendo soportadas por su entorno más inmediato; o porque, dando una vuelta de tuerca a la idea, al final si resulta que el suicidio se da con más frecuencia en entornos de éxito generalizado (al tener que comparar la angustia y dificultades internas con el aparente y superfluo bienestar de todos los que nos rodean). El caso es que es una materia que por su profundidad merece algo más que la noticia facilona y sentimental (aprovecho para recordar que el suicidio es la primera causa de muerte externa en España, por encima de los accidentes de tráfico, que por algún motivo insólito provocan mucha más indignación y movimiento social).
Internet, y la revolución que conlleva, nos ha dejado un mundo mucho más indeciso, donde ya no se puede estar seguro de nada y la información cambia a una velocidad mareante. Puede que la prensa no pueda dar más de si, que este entorno nuestro donde sólo tenemos acceso a datos profundamente grises, donde la posesión de la verdad es algo que hace mucho tiempo sólo corresponde a los idiotas, sea demasiado confuso para poder definirlo en un titular y su artículo. Así que, ostias, mejor pongámoslo todo en duda y a ver que sale.
Monsieur le Tupé.
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