lunes, 17 de diciembre de 2012

Que no te quiten la navidad.



Crisis. Crisis. Y tres veces dicha la maldita palabra crisis. No sé si conocen como funcionan las depresiones. Primero te quitan los hábitos que te molesta hacer: estudiar, trabajar, soportar al gato del vecino que siempre se cuela en tu casa; después van a por lo que te hace feliz, algún hobbie, salir a correr, leer un libro tranquilo, cosas así; y siempre terminan quedándose con todo lo bueno que tienes. Las crisis económicas parecen funcionar de una manera similar, todo tiende a parecer un derroche. ¿Internet en plazas públicas? ¡Gasto superfluo! ¿Programas de intercambio linguístico? ¡Gasto superfluo! ¿Arrojar fruta en una fiesta de pueblo para divertirse? ¡Golpe de Remo!

No podía faltar quienes en la época navideña se dediquen a quejarse de cualquier gasto que realicen los Ayuntamientos, ya sea poner un árbol, un belén o las meras luces de navidad; asemejándolo a un símbolo de la hipocresía de los gobiernos que piden austeridad y luego dilapidan el presupuesto en amiguismos y corruptelas. 

Darse cuenta de que tu país es un desastre financiero es algo beneficioso. El capitalismo es cíclico en parte porque durante las recesiones las economías se vuelven más productivas y ahorradoras, en detrimento de aquellos lugares en fase expansiva que tienden a disfrutar de su ventaja competitiva, la cual producirá que la diferencia entre ambos cada vez sea más pequeña hasta que se intercambien los papeles. No obstante, que durante la crisis tengamos que exigir un mayor grado de eficiencia en el gasto público (un capazo de exigencia más, en el caso de España, un quintal, toda una inmensa jartá) no nos debe hacer caer en el populismo depresivo, asociando con facilidad todo gasto público como algo a evitar.

El gasto navideño no es un motivo determinante de la recesión. Su eliminación no presentaría un gran impacto en el balance de las cuentas públicas. Que se busque la eficiencia y se economice en la prestación de servicios está genial, pero seamos serios, el gasto desmesurado que ha llevado al Estado a la ruina no se encuentra aquí.

Quiero defender mi argumento navideño con algunas cifras. Puede, por ejemplo, que el gasto del ayuntamiento de Madrid en alumbrado público, 1,9 millones, nos parezca excesivo; pero sólo si lo observamos desde el prisma de nuestra pequeña economía doméstica, renunciando a un análisis macroeconómico (consejo: antes de juzgar una medida económica siempre tiendo a dividir su coste por el número de habitantes que la sufragan para hacerme una idea de su costo total). Aquí tenéis una serie de cifras que ayudan a ver cuales son los gastos que de verdad deben preocupar: 

  • Los clubes de fútbol adeudaban a principios de año la cantidad de 752 millones de euros.
  • Nuestro ministro de economía cifra entre 20.000 y 40.000 millones el agujero de la burbuja inmobiliaria en la banca.
  • Escolar hace las cuentas de que por ahora el rescate de las entidades financieras en España ha costado 17.024 millones.
  • La deuda de la Comunidad de Madrid es de 16.572 millones y la de Cataluña de 42.000 millones
  • La nueva web del Senado (una cámara inútil) costó casi 438.000 euros.

Intentar arreglar estas cifras quitando los adornos de las calles es, como poco, un gesto futil. Lo que necesitamos es reclamar buenas políticas, no la eliminación simbólica de gastos irrelevantes. Así que id tranquilos a sentaros al regazo de Baltasar, que no vais a llevar el país a la ruina por ello (total, tampoco os iban a bajar los impuestos si lo quitasen).



Monsieur le Tupé.

3 comentarios:

  1. Apuntaré estas cifras para poder rebatir a todo grinch que se acerque a usurparme el espíritu de la Navidad, que sí, que cada vez se parece más a un catálogo de El Corte Inglés, pero ¿a quién le hace daño un abeto en una plaza pública? ¿Y un reno con una bombilla roja por nariz? Todavía quedamos algunos nostálgicos que comprendemos el gasto que eso supone, pero que no lo consideramos derroche si lo comparamos con otros gastos muuucho más elevados y que SÓLO DISFRUTAN UNOS POCOS, como todos los que has señalado en tu artículo.

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    1. Aquí tenemos una muestra de como mi argumento podía resumirse fácilmente en un sólo párrafo en vez de lo que he soltado yo; y de mejor entendimiento.

      Lo que se tiene que comprender, en definitiva, es el concepto de calidad/coste. Que en los adornos es infinitamente superior que no se, en la construcción de carreteras al Estado, la instalación de universidades y aeropuertos a destajo... Si se que se puede seguir y seguir; ¡así que mejor no nos toquen la navidad!

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    2. Yo te lo resumo en una palabra: Ministerio de Fomento no, gracias.

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