El spam telefónico es un hecho común en nuestra vida. Simpáticos teleoperadores que acuden a nosotros a cualquiera hora, llamándonos para comentarnos los fantásticos planes ya anunciados en televisión de sus operadoras, o para darnos la posibilidad de cambiarnos a una compañía en la que quizás ya estemos.
-Buenas tardes, vengo a comunicarle las virtudes de cambiarse a Timofone en su actual línea.
-No, si yo ya estoy en Timofone.
-Entonces permitame que le comente las nuevas tarifas especiales que hemos creado para los clientes de nuestra compañía.
(Estos cabrones piensan rápido).
Todos hemos tenido que lidiar con ellos, y en verdad tampoco es una tarea tan desagradable la de colgarles una vez al mes. Pero todo cambia cuando el gerente regional del departamento de caer mal, sucursal cedida por Microsoft, señala tu número de teléfono con malicia y a partir de ese momento pasas a recibir una media de cuatro llamadas al día, para que la misma gente, te pregunte siempre lo mismo. Y como la cosa deja de ser graciosa a la segunda vez que te sacan de la ducha, nos tenemos que poner a la perezosa tarea legal de impedirles que nos sigan puteando.
Y lo harás el primer día debido a tu naturaleza reivindicativa y social, o al decimocuarto cuando tus ojos estén ya inyectados en sangre. Así que ten, las tres medidas que he sacado de Internet para que el tono de tu móvil vuelva a ser un sonido agradable.
-Primer paso: miente.
Las teleoperadoras sacan tu información personal de las guías telefónicas y de los paquetes de información que las compañías se intercambian entre sí. Y como en realidad no están muy seguros de los datos que disponen, el primer paso es mentir como un bellaco y decirles que se han equivocado de persona, dándoles un nombre y apellidos falsos. Con un poco de suerte la telefonista adjuntará en su base de datos nuestro número como erróneo y nos olvidaremos del problema.
Esto me funcionó a mí después de una semana de acoso.
-Segundo paso: acojona.
Más tarde o más temprano nos terminarán llamando cuando estemos en el ordenador, donde tendremos que poner el manos libres (para que nos escuchen teclear) y desarrollar la siguiente conversación:
“Hola, le informo que haciendo uso de mis derechos como consumidor, voy a grabar la conversación para futuras referencias. ¿Le importaría identificarse usted, la empresa de servicios de teleoperadores en la que trabaja y la empresa promotora de la campaña a la cual representa?”
[Se pretende conseguir:
- Los datos del teleoperador: número de identificación de la empresa, nombre y D.N.I.
- El mayor número posible de datos de la empresa, con la dirección donde se han de realizar tus derechos de cancelación, el nombre de su campaña y su NIF (que ha de tener seguro).
- El nombre y el NIF de la empresa en la que trabaja el teleoperador.]
“A fin de terminar, voy a avisarle de que le voy a colgar y a ejercer mis derechos de cancelación por lo que si siguen contactando conmigo adjuntaré los datos pertinentes junto a esta grabación en una denuncia a la Oficina del Consumidor, a la Comisaría y a la Agencia de Protección de Datos.
El spam telefónico es completamente ilegal en España."
[Y se cuelga]
Con un poco de suerte la empresa no querrá arriesgarse y nos dejarán tranquilos, no teniendo que pasar al siguiente paso.
-Tercer paso: ejercita tus derechos.
Lástima, te ha tocado, al menos que te consuele que la ley está completamente a tu favor (¡que ya es raro!).
Con la información que hemos obtenido de la empresa mandaremos la siguiente carta-formulario con nuestros datos personales y una fotocopia del D.N.I, a través de correo certificado. En un plazo máximo de 10 días hábiles deberán de cancelar los datos que tienen sobre nosotros (en lo referente a las campañas publicitarias) y deberían dejar de llamarnos.
Si aun persisten en su labor, tendremos que denunciar ante la Agencia de Protección de Datos mandando la siguiente carta-formulario aportando la información pertinente (en el formulario te lo indica).
Y fin de la historia.
Monsieur le Tupé.
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