Ya ha llegado. Por fin está aquí.
Tras tres años en los que los seguidores de Tarantino habrían
vendido su alma al diablo por un pase al preestreno, llegó lo nuevo
del director de Tennesse. Y es que, señoras y señores, esto es lo
que ha conseguido el afamado director, que reconozcamos sus
películas como 'la nueva de Tarantino', cosa no muy dada entre el
gremio de directores (se me ocurren Spielberg, Scorsese y poco más),
y más entre el de actores, que si la nueva de George Clooney, Bruce Willis,
Matt Damon, Will Smith, etc. Porque reconozcámoslo, el cine de
Tarantino es el cine de autor (es decir, aquel en el que una sola persona dirige y guioniza) más
comercial que existe en este momento, ya que por muchas gamberradas que haga, la gente va a seguir yendo al cine sistemáticamente. Si tras la infame Death Proof consiguió excelentes resultados en
taquilla con Malditos Bastardos, no hace falta decir nada más.
Como consecuencia directa del éxito
que tuvo Malditos Bastardos, Tarantino pidió dineros a expuertas
para realizar un proyecto que llevaba incubando prácticamente desde
que nació: hacer de una vez por todas un Western. El bueno de
Quentin es un fanático de las películas de kung fu en las
que aparecen chinorris pateándose los traseros durante horas y que
harían de cualquier ser humano que se precie arrancarse los ojos (él
sabrá, para gustos están los colores), pero además es un apasionado del
salvaje Oeste. Pero no estoy hablando de diligencias, ni de indios
contra vaqueros, ni de John Ford o su actor fetiche John Wayne, me
refiero a los spaguettis western, esas aventuras de tabernas y polvo
en los ojos con marcado acento italiano rodadas en Almería. Ya
saben, Sergio Leone, Corbucci, Agáchate Maldito, el Bueno, el Feo y
el Malo y la bandera del género: Clint Eastwood y sus ponchos.
La predilección que Tarantino siente
por el western se ha manifestado en sus anteriores obras. En Kill
Bill aparte de sonar varios temas de Ennio Morricone que ya aparecieron en
películas de la trilogía del dólar, cada vez que había un duelo
los enfrentados se miraban con la misma tensión que los amantes del
revólver. Si atendemos a la más reciente Malditos Bastardos, las
referencias son tremendas: un grupo de judíos cortando cabelleras,
partidas de cartas en bar con pistolas por debajo de la mesa o la
escena inicial, entre otras. El propio Tarantino dijo que la quería llamar Once
Upon A Time In Nazi Occupied France (es decir, 'Érase una vez en la Francia Nazi ocupada') como guiño al
último spaghetti de Sergio Leone Once Upon a Time in the west
(traducido en España como 'Hasta que llegó su hora' en otro alarde
de imaginación abrazada al spoiler que tienen nuestros inútiles queridos traductores
de películas y series). Vamos, que el hombre haciendo Django va a
poder hacer lo que siempre ha querido.
En Django la historia es simple: señor
alemán libera a chico negro esclavo, el cual tiene a su mujer
también esclava en manos de un esclavista malo malísimo. Juntos de la mano
emprenderán un viaje por la América sureña anterior a la Guerra de
Secesión, actuando como cazadores de recompensas. Pero el señor
Tarantino, como siempre, no se conforma con hacer un spaguetti western
al uso y ya está. Con el trasfondo de esta América esclavista
en la que en el Norte la gente está reduciendo su ano para gestar el
New Yorker y en el Sur son bárbaros que atosigan a sus esclavos para
que planten más y mejor algodón, tabaco y opio, el director de
Knoxville a través de las vivencias de Django nos hace (y por primera vez) una crítica, en este caso del esclavismo. Aunque como
siempre, hay reticentes a esta idea, como el director afroamericano
Spike Lee que declaró que no vería Django por respeto a sus
antepasados: “la esclavitud no fue un spaguetti western”- dijo.
El reparto es, básicamente, genial: el pilar básico del mismo es
ese gran descubrimiento de Tarantino, el alemán Cristoph Waltz, un
actor que se dedicaba a hacer films germanos de tercera fila y que
sorprendió al mundo con su actuación en Malditos Bastardos. Tal fue
su actuación que incluso los Oscar reconocieron su genial trabajo,
algo inaudito para un actor que trabajase en una película
tarantinesca. Waltz hace aquí prácticamente el mismo papel que en Malditos
Bastardos con la diferencia de que aquí es muy bonachón, y en la otra era bastante retorcido. Le
acompañan otros dos secundarios de auténtico lujo: Leonardo DiCaprio como malvadísimo villano, con una interpretación
bastante lograda y Samuel L. Jackson como subalterno de Leo. Esta es
la gran sorpresa de la película, ver al Jules de Pulp Fiction
resurgir de sus cenizas para brindarnos una actuación soberbia como
“negro blanco”, es decir, un liberto cuyo oficio es mantener en orden las
tierras de su señor, y para tal actúa como un demonio contra sus camaradas raciales.
En definitiva, si bien Django no es la
mejor película de la filmografía de Quentin Tarantino, sí que se
muestra como un film bastante sólido, con los geniales diálogos de
siempre, con notas de humor pero también con tensión similar a la
que vivimos en Malditos Bastardos. Por supuesto hay varias escenas en
las que la sangre hace su aparición habitual poblando los planos
cual bidón de tomate frito recién abierto, así como la música
cómica de siempre, con dos canciones de rap incluidas. Eso sí, para
el recuerdo quedará la escena en la que aparece en una barra Franco
Nero (el Django original) haciendo un cameo, y tras pedir un tequila,
pregunta al Django actual por su nombre. Éste se lo deletrea, y le
dice: la D es muda. Lo sé, contesta el otro. Fin de la escena.
Bravo, Tarantino.
Es muy cierto que es "la nueva película de Quentin Tarantino"; no en vano, así lo anuncian los carteles de la película, pues la productora sabe del tirón de esa frase. El problema es cuando dicho nuevo producto es notablemente inferior al anterior, que te quedas un poco... frío.
ResponderEliminarParticularmente, Malditos Bastardos me parece una gran película. No su mejor pero casi casi la mejor (él mismo lo dice al final, "creo que he hecho mi obra maestra"). Y sí, Django es una buena peli, pero siendo "la nueva peli de Tarantino" esperaba bastante más, más aún con DiCaprio haciendo de malo (que lo hace bastante bien, todo sea dicho), y más aún teniendo el precedente que tiene.
No sé, un poco muy frío me quedé yo >_<
A mí me parece ligeramente superior a Malditos Bastardos, por lo menos más redonda. Malditos Bastardos pecaba de empezar muy bien, pero el desarrollo no está tan bien logrado como en Django. Eso sí, estas dos últimas de Tarantino nunca van a ser ni Pulp Fiction ni Reservoir Dogs.
EliminarLo que sí que es verdad es que la gente que se esperaba un western "tal cual" se habrá decepcionado, porque no es eso. Lo utiliza para contarnos una historia de aventuras sobre la esclavitud.
Esta última Tarantinada está siendo bastante controvertida por lo visto, pero aún así es mejor que cualquier producción hollywoodiense al uso.