Asombrose el ciudadano de a pie español cuando, unos diez años ha, le quitaron aquello con lo que se había pagado los chatos de vino del almuerzo, con lo que había comprado el periódico todas las mañanas, con lo que había donado la paga a sus churumbeles o con aquello tan socorrido para frecuentar casas de alterne. Efectivamente, estoy hablando de lo que en los anteriores 130 años se había utilizado en España para vivir y por lo que robar, nuestras amadas pesetas. Y es que cuando el canalla de Rodrigo Rato (por aquellos tiempos menestro de economía en el gabinete de José Mari Aznar) que ahora es recompensado con un puesto en Telefónica por haber dejado un agujero de 80.000 millones en las arcas de este país, echó el cierre a la peseta en connivencia con sus homólogos económicos de la Unión, España lloró. Y es que ya nada fue lo mismo desde que nos quitaron los todo a cien y nos pusieron los todo a un euro. Ese y no la burbuja, fue la mayor villanía que, perpetrada por el de siempre, nos dejó a todos en calzoncillos.
Pero no adelantemos acontecimientos, que esta transición de euros a pesetas no tuvo lugar de la noche a la mañana. La peseta gozó de 134 años de vida oficial muy hermosos, amén de unos cuantos previos sin gozar de legalidad vigente. La historia de la peseta, en Mente Enjambre.
Orígenes
Maravedí |
Real de Vellón |
Primera peseta |
Ya las pesetas, los duros y términos asociados, empezaban a ser de uso popular, preludio de lo que pocas décadas después vendría.
La peseta como moneda única
Llegamos así a 1868. Unos años antes, concretamente en 1865, España había estado negociando con otros países vecinos como Francia, Suiza, Bélgica o Italia un tratado conocido por Unión Monetaria Latina, que iba encaminado a unificar los sistemas monetarios internacionales. De este modo, en 1868 tras la deposición de la reina Isabel II mediante la Revolución Gloriosa y la llegada del Gobierno Provisional con Serrano a la cabeza, se fijó la peseta como única moneda nacional, acabando con el desbarajuste de las decenas de monedas que había en curso en la época, con el objetivo de entrar en la ya mencionada Unión Monetaria. Sin embargo, la Unión fracasó muy poco después, pero la peseta aguantó, pasando a ser un símbolo de unidad nacional.
Peseta de la serie de 1869 |
La primera hornada de pesetas oficiales dividía a la moneda en 100 céntimos, acuñada en piezas piezas de 25, 10, 5, 2 y 1 céntimo de peseta. Las monedas de 25 céntimos se llamaron media peseta o dos reales, irónicamente. No menos curioso es la denominación de las monedas de 10 y 5 céntimos. Los 10 céntimos recibieron el nombre de Perra Gorda, y los 5 Perra Chica, debido a que llevaban un dibujo supuestamente de un león indómito, pero el dibujante del molde no se inspiró mucho el día del encargo, por lo que al salir a circulación el común del populacho lo interpretó cual mastín femenino. Nacería así la tan conocida denominación que se le ha dado a las pesetas, y a los dineros en general, de 'perras'.
Cantonal |
En medio del barullo que hubo en este convulso período, Carlos María de Borbón, bajo el sobrenombre de Carlos VII, picado como el que más porque en las elecciones convocadas por la República su partido se dio con un canto en los dientes, inició otra guerra carlista, y como aquí hay que tener cosas propias para llevar razón (o eso se creee en este país) el aspirante Carlos mandó acuñar en 1873 una serie de monedas de 5 pesetas con una inscripción que rezaba 'Carlos VII Rey de las Españas – Dios, Patria y Rey'. Estos duros se fabricaron poco después en Oñate (Guipúzcoa) dando lugar a los famosos 'duros de Oñate'.
Primeros duros de Oñate |
Alfonso XIII y los duros sevillanos
Tupé |
En los últimos años del siglo XX, se produjo un fenómeno bastante curioso y que define perfectamente lo que es España. En aquellos tiempos eran muy comunes las monedas de plata por valor de 5 pesetas. Sin embargo, la plata estaba en esos momentos bastante devaluada, de manera que el valor real era tan sólo de 2 pesetas en lugar de las 5 correspondientes. Por lo tanto, el Estado salía ganando 3 pesetas de cada 5 que ponía en circulación, un disparate. Entonces surgió el espíritu del Lazarillo de Tormes, que pareció reencarnarse en Sevilla, donde se empezaron a acuñar de manera ilegal los llamados 'duros sevillanos', una imitación de las monedas de 5 pesetas, con el mismo valor de 2 pesetas de plata que las que ponía en circulación el gobierno.
Pelón falsificado |
Esta situación hizo que el gobierno aprobase el cambio de los duros falsos por duros legítimos, para así terminar con la esperpéntica estampa. Fíjese el lector lo que el gobierno se fiaba del vulgo y del español en general, que incluso encargaba la acuñación de moneda a empresas extranjeras. Con el fin de los 'duros sevillanos' llegó la época de acuñar monedas bajas en plata o incluso de níquel, así como una mayor difusión de los billetes.
En las barricadas y el pollo
Rubia republicana |
En 1936, llegaba el horror de la Guerra Civil, que cómo no, afectó de pleno a la peseta. Ambos bandos declararon un orden legítimo diferente, y eso también afectaba a las monedas, de manera que el bando nacional empezó a acuñar nuevas monedas y a condenar el dinero republicano. Mediante Decreto Ley el bando franquista obligó a todo aquel que poseyera billetes anteriores al 36 a sellarlo, o ingresarlo en cuentas específicas para que fuesen validados por el nuevo régimen.
Moneda de cartón republicana |
Una vez Franco ganó la guerra, no fue tonto y dio todo tipo de facilidades para convertir la peseta republicana en nacional, con dos períodos de pago. De esta manera llegó a obtener unos 3.000 millones de pesetas de los habitantes del bando republicano, cifra nada desdeñable para la época y sobre todo en un país que estaba destruido, en la miseria, y sobre todo, dividido.
Moneda franquista de 50 ptas. |
Moneda monárquica |
Tras este largo periplo a lo largo de la historia de la peseta, nos situamos en el prólogo, en 2002, año oficial de la defunción pesetil. Con el paso de los 134 años de circulación oficial por manos hispánicas, y otros tantos, cuanto menos, sin ser la moneda única, la peseta vino a convertirse en un símbolo nacional, fue un paso más en la construcción de lo que es España, la España de entonces y la España de hoy. A pesar de lo cual por muchos nostálgicos, románticos o como se les quiera llamar que haya de las pesetas, yo siempre pensaré lo mismo: bien está lo que bien acaba, y por eso digo que si la crisis que nos está azotando nos llega con las pesetas y tenemos que arrastrarnos cual serpiente ante las garras de Merkel, Hollande, Cameron y cía, más de uno de los que hoy las alaban con el corazón en la mano, las denunciarían como villana moneda que no trae más que desgracias por los siglos de los siglos.
Con esto quiero decir que una moneda es una moneda, un ente que se hace físico mediante discos metálicos o billetes de colorines para ser intercambiados por bienes o servicios. Y no tiene más, porque sea con euros, sea con pesetas, sea con maravedíes o reales de vellón, si nos vamos a tomar por saco no será por los nombres o apellidos de lo que tenemos entre las manos, sino de los que mandan acuñarlas. Como usuario de euros actual, anteriormente aficionado a las pesetas, he podido comprobar que no sólo bancos y gobiernos nos estafan con hipotecas y recortes, sino también los acuñadores oficiales de moneda. Así que como protesta romántica de lo que es España, para que tengamos un símbolo nacional picaresco, ayudadme a difundir la buena nueva. Ayudadme a crear una sociedad que recupere los 'duros sevillanos'. Es la única salvación.
Pero eso es otra historia.
Para saber más:
-Adiós Peseta, de la Real Casa de la Moneda - Fábrica Nacional de Moneda y Timbre.
-Historia de la peseta, de rincondelmaestro.es.
-Miguel Martorell (2001)-Historia de la peseta. La España contemporánea vista a través de su moneda
-Adiós Peseta, de la Real Casa de la Moneda - Fábrica Nacional de Moneda y Timbre.
-Historia de la peseta, de rincondelmaestro.es.
-Miguel Martorell (2001)-Historia de la peseta. La España contemporánea vista a través de su moneda
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