viernes, 8 de marzo de 2013

¿Por qué no tenemos aún Terminators?


Sí señores, es el Chuache, Terminator. Vivimos en una época en la que las comunicaciones son instantáneas, todo el mundo va pegado a sus teléfonos, hemos envíado sondas a los confines más remotos del Sistema Solar y España es gobernada por Mariano Rajoy. Cosas que hace años eran impensables, ahora son de lo más cotidianas pero... ¿por qué no luchan los Terminators nuestras guerras? ¿por qué no existen los robots de Asimov? ¿por qué todo androide es más tonto que una piedra?

No tenemos ni idea de cómo funciona el cerebro a un nivel de detalle suficiente como para poder construir algo que actúe de manera inteligente. Esto es debido a que el sistema nervioso es responsabilidad de las neuronas. El sistema nervioso basa su funcionamiento en función de cómo establezcan enlaces las neuronas entre sí, lo cual es uno de los hechos que condiciona todo lo que somos. Lo importante es que a través de estas conexiones discurren los impulsos eléctricos que se convierten en puñetazos, risas, malabares y elaboradas jugadas al Backgammon.

Las neuronas forman entonces una especie de red. Como si de un plano de metro se tratase, existen caminos mejores y peores para llevar la "información", lo cual desencadena a que ciertos grupos de neuronas que se encuentran juntas realicen una determinada función. Por ejemplo, en la siguiente figura pueden verse algunas áreas del cerebro, junto con las funciones que llevan a cabo:


Existen zonas como el lóbulo occipital, que se encarga de la visión (en realidad también hay otras zonas involucradas), o el lóbulo frontal, que se encarga de todas aquellas conductas que denominamos como "humanas". Aunque parezca que hay más o menos un "mapa" del cerebro, existen funciones, como la memoria a largo plazo, que no se encuentran localizadas sino que encuentran dispersas a lo largo de varias zonas. En cualquier caso, el problema es que las neuronas son meros procesadores de impulsos eléctricos. Es decir, una neurona recibe una pequeña corriente y la transforma en otra distinta. Este proceso se repite muchas veces hasta que alcanza su destino y produce un efecto que podemos percibir (un pensamiento, un movimiento, etc). El problema es que se desconoce cómo se produce este cambio en los impulsos eléctricos con el suficiente detalle como para poder replicarlo fuera de nuestro propio cerebro.

Entonces, incapaces de percibir el funcionamiento real del cerebro, para intentar comprender su funcionamiento nos inventamos los símbolos. Un símbolo es una representación abstracta de lo que nuestro cerebro percibe y emplea para que actuemos. Por ejemplo, cuando nuestros ojos ven una manzana, el símbolo de la manzana se empareja con el hecho de que tengamos hambre (si la tuviéramos)  y desencadena otro símbolo, la ubicación de la comida en el árbol. A su vez esto conlleva a que nos desplacemos, cojamos la manzana y finalmente nos de por comerla.

De esta manera abstraemos los frenéticos disparos de las neuronas en símbolos que sí podemos comprender. Para el caso de un sistema estímulo (manzana) - respuesta (comer), una aproximación de este tipo funciona bastante bien, e incluso para ciertas tareas que pueden parecer humanas, como puede ser jugar al ajedrez o a la gran mayoría de los juegos de mesa. En general, cualquier tarea que pueda describirse de manera no ambigua y precisa. Un Terminator, suponiendo que se  moviera acordemente, sería muy fácil hacer que recogiese manzanas de los árboles, pero ¿sería capaz de reconocer la manzana que debe recoger? Es poco probable, ya que existen ciertas tareas como el reconocimiento de objetos, caras o aprender a andar, que son muy difíciles de caracterizar mediante símbolos. ¿Podríais dar una descripción por pasos para reconocer una simple manzana entre cualquier otro objeto? En el caso del reconocimiento de los objetos, el conocimiento se encuentra fuertemente escondido entre las conexiones neuronales. Es por lo que cuando los estímulos visuales llegan a nuestro lóbulo occipital, no se sabe cómo, pero las neuronas adecuadas se disparan y tenemos consciencia de que lo que vemos es una manzana.

Como probablemente os esperabáis, no tenemos Terminators porque no conocemos nuestro cerebro. Pero la semilla de los Terminators se encuentra en todas aquellas máquinas que, automáticamente, realizan tareas que sí pueden ser representadas mediante símbolos claros y definidos. Quién sabe lo que pasará si algún día conseguimos comprender cómo las neuronas establecen sus conexiones...

Pepe "Puertas de acero" Pérez

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