lunes, 22 de abril de 2013

Fotografías históricas que merece la pena conocer. Parte I.

De entre todos los géneros dentro de la fotografía mi favorito siempre ha sido el periodístico. Me encanta porque cuando una imagen logra reflejar un suceso histórico se une a él con tanta fuerza que ya es inevitable que te venga a la cabeza cuando hablan del mismo. La matanza de Tiannamen siempre será también aquella foto del ciudadano ante la fila de tanques. Y a ver quién puede recordar el holocausto sin que se le vengan a la cabeza las fotos que ha visto de cadáveres apilados en los campos de concentración. La fotografía tiene una potencia fascinante para atrapar la historia. 

Y lleno de este espíritu pedante os quiero presentar una serie de ocho fotografías que no son nada conocidas pero creo que merece la pena conocer. Aunque sólo sea para intentar ligarte a la chica de gafas de pasta que fuma tabaco de liar. 



De Douglas Martin. Dorothy Counts (1957).



Dorothy Counts fue una alumna que le echó huevos y acudió en 1957 a una escuela que hasta entonces había sido solo para blancos. La imagen muestra su primer día y el circo que se montó con su llegada, con un continuo aluvión de bromas y comentarios despectivos sobre su origen racial. Aunque la chica aguantó la presión y no se echó para atrás, sus padres tuvieron que sacarla a los tres días del centro escolar porque la violencia racista iba en aumento y, vamos, temían que al final empezara a recibir palizas (fue la propia policía la que admitió que no podía garantizar su seguridad). Dorothy pasaría a la historia reflejando el coraje y el deseo de conquistar derechos negados a la comunidad negra en base a los prejuicios más absurdos. Ella siempre dijo que fue ese día el que le impulsó a conseguir ser maestra para inculcar a los niños una forma de pensar que no llevara a situaciones así.


De Malcon Browse. La autoinmolación de un monje budista (1963).




Podemos situar el acto de quemarse vivo en protesta por algo como una de las actuaciones que más impacto mediático puede llegar a provocar (la reciente primavera árabe estalló cuando un joven universitario se quemó vivo por protestar por una acción de la policía, por ejemplo).

La mañana del 11 de junio de 1963 en una protesta de monjes budistas en contra del gobierno católico de Vietnam, que reprimía la posibilidad de disfrutar de su libertad religiosa, uno de los monjes se sentó en el suelo con una caja de fósforos en la mano y se dejó rociar de gasolina para después autoinmolarse. Era su respuesta ante las maniobras dictatoriales de un gobierno puesto por Estados Unidos para evitar la expansión del comunismo por la zona, el cual pretendía castigar una fe que era mayoritaria entre la población civil. Dicen que mientras el fuego ardía, tras la espectacular llamarada, el religioso no movió ningún musculo.


De Kyochi Sawada. El transporte de un soldado del vietcong por un tanque estadounidense (1966).




La fotografía muestra cómo un soldado enemigo es arrastrado por un tanque estadounidense hacia la fosa común donde estaban enterrando los cadáveres. Tenemos aquí la inevitable banalización de la guerra. Seguramente los soldados no disfrutaron con el acto, ni pretendían humillar al hombre, habrían recibido orden de transportarlo y encontrarían ésa la manera mas fácil de hacerlo. Una de las peores taras de los conflictos bélicos es que embrutece a las personas; al final te enfrentar no contra humanos, sino contra enemigos, cifras, objetivos, objetos. Y la imagen de un cadáver arrastrado no te dice nada. 


De Hanns-Jorg Anders. We want peace (1969).




Situada en Irlanda del Norte, la imagen nos muestra a un joven católico tras un choque con las tropas británicas (el fotógrafo sólo tuvo tiempo de tomar dos fotos antes de que el gas lacrimógeno les envolviera y tuvieran que salir de ahí). En 1969 Irlanda del Norte se vio envuelta en una serie de intensos disturbios con una serie de confrontaciones entre los residentes católicos, los nacionalistas y la Royal Ulster Constabulary (RUC: la fuerza policial de ese lugar). Todo degeneraría en enfrentamientos cada vez más sangrientos en el caos  ideológico que era la zona, donde la política y la religión siempre andaba a la gresca. Por entonces parecía imposible una solución pacífica a las terribles fracturas sociales de la zona, dejando de alternativa a la población vivir una borágine de violencia callejera tras otra. 


De Andrew Lopez. La pelea del Siglo (1971).



El conocimiento de quién es Muhammad Alí es bastante extendido, es el considerado peso pesado del boxeo más grande toda la historia. Es bastante fácil encontrar fotos suyas reflejando el adversario temible que fue, aquel hombre que sólo fue derrotado cinco veces en toda su carrera. Y por eso considero destacable esta fotografía, donde se ve uno de los derechazos que tuvo que sufrir por parte de Joe Frazier en lo que se calificó la pelea del Siglo, una de las derrotas de Alí. Quien "voló como una mariposa pero picaba como una abeja" también tuvo que sufrir lo suyo para llegar a lo más alto.


De Orlando Lagos. Salvador Allende antes de su asesinato (1973).



El asesinato del presidente electo de Chile, Salvador Allende, en el golpe de Estado realizado por Pinochet con auspicio de Estados Unidos, fue uno de los acontecimientos que más profundamente han marcado el imaginario histórico de la llamada izquierda. Allende se proponía iniciar un camino hacia el socialismo de manera pacífica y democrática, pero la situación económica y el malestar propiciaron un apoyo suficiente para realizar el levantamiento militar que acabaría con su vida. Esta es su última foto con vida, momentos antes del asalto al palacio presidencial. Cierto o no, muestra una entereza y una fuerza de espíritu que es digna de orgullo para todas las personas que vieron en su legado algo a seguir (o a proteger).


De Eddie Adams. Guardia Armado protege a golfistas en Rodesia (1978).




Qué fue y que pasó en Rodesia es lo de menos en esta fotografía, ya que la considero el gran ejemplo de la idiosincrasia de muchas zonas del mundo. Gente jugando al golf con un soldado pagado con un sueldo misero puesto ahí para evitar que otras personas más miseras todavía atenten contra la vida de los más ricos. Salve decir que quizás no sea muy buena idea estar en un país donde se necesitan guardias con el rifle en la mano para ejercer un deporte, o que al menos la buena idea no sea esa, la de hacer deporte. Pero desde 1978 hasta ahora esta situación no ha cambiado mucho, gente divirtiéndose mientras personas con armas de fuego les protegen porque dos kilómetros más allá de sus espacios de ocio la calidad de vida desciende abruptamente. De entre todas las formas de hipocresía que se pueden escoger esta me escama especialmente.


De Manuel Perez Barriopedro. El Asalto de Antonio Tejero al Parlamento (1981).




La foto más emblemática del intento de Golpe de Estado en España el 23 de Febrero de 1981. Si bien si es conocida entre nosotros, quizás no tanto el impacto que provocó en el extranjero, donde la salida de España de la dictadura hacia una forma de gobierno democrática fue seguida con más atención de lo que pensamos. Con todo eso, también es un gran monumento a lo que dejó de ser España: un lugar donde la gente se adentraba en los órganos de decisión nacionales a base de patada en la puerta, con un rifle en la mano y la gente de rodillas por todos los lados. Lo bueno es que cuando miras esta imagen te parece que fue de otra época, de hace treinta, cincuenta o cien años. Eso es agradable.



Monsieur le Tupé.

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