Este domingo, y sin que sirva de precedente, Conde Chócula no podrá traeros sus habituales desvaríos musicales debido a un tremendo problema logístico. Actualmente se encuentra en una espeluznante misión con el objetivo de hacer de Mente Enjambre el mejor magazine cultural de internet. Paradójicamente hallar esa piedra filosofal del internet le ha tenido privado de la posesión de una línea de ADSL, pero tranquilos, que aquí estoy yo para suplir el vacío. Por tanto hoy no se hablará de música en esta bitácora, pero sí de buen cine. Y es que el hecho de que haya una película destacable en la actual cartelera es algo digno de celebración, así que, sin más dilación, vamos con ella.
Una frase que suele definir las salidas nocturnas más rocambolescas es aquella que se pronuncia cuando alguno de nuestros amigos, que lleva más copas en su haber que goles en liga Messi, dice algo tan condenadamente sincero e inesperado, que te lo tienes que creer. Los niños y los borrachos nunca mienten, se suele decir, es decir, los seres humanos que atraviesan una u otra circunstancia de ingenuidad, bien por darle a la priva, bien por tener un sentido de la realidad muy fantástico no pueden decir cosas que no sean ciertas, no pueden desarrollar la tan humana y maquiavélica condición del engaño y la estafa dialéctica.
Una frase que suele definir las salidas nocturnas más rocambolescas es aquella que se pronuncia cuando alguno de nuestros amigos, que lleva más copas en su haber que goles en liga Messi, dice algo tan condenadamente sincero e inesperado, que te lo tienes que creer. Los niños y los borrachos nunca mienten, se suele decir, es decir, los seres humanos que atraviesan una u otra circunstancia de ingenuidad, bien por darle a la priva, bien por tener un sentido de la realidad muy fantástico no pueden decir cosas que no sean ciertas, no pueden desarrollar la tan humana y maquiavélica condición del engaño y la estafa dialéctica.
De esto precisamente, de una mentira inocente, es desde donde nos lleva por el barco del agobio y la inseguridad en 'La caza'. En el inicio de la película nos situamos en la Dinamarca actual, en la que un señor de mediana edad, cuya vida es un tanto solitaria (vive con su perra y nadie más) se encuentra en la flor de la vida: tiene un trabajo que le satisface plenamente (profesor de parvulario, que si bien no le da muchos dineros, se puede volcar en la educación de los críos, que le encantan, y ellos están encantados con él), un montón de amigos del club de caza, que esporádicamente se juntan para cazar bichos y beber cerveza al estilo vikingo, y además está empezando a conocer a una muchacha de buen ver.
Sin embargo, este personaje, que encarna los principios del hombre nórdico actual, ve cómo prácticamente de la noche a la mañana se le cae el mundo encima, todo el pueblo empieza a odiarle por una inocente mentira que sale de los labios de una niña del parvulario. A partir de ahí su vida se convierte en un infierno constante, y el protagonista aguanta esta carga estoicamente, cuanto puede, o cuanto le dejan sus conciudadanos.
El director danés Thomas Vinterberg, quien en su día encarnó los ideales del movimiento dogma junto a Lars von Trier, entre otros, se aleja de los principios de este movimiento, nos muestra con gran precisión el descenso a los infiernos de este afable hombre, interpretado por el siempre excelente Mads Mikkelsen. Con una finura admirable hace que desde que se pronuncia la mentira se nos encoja el estómago y con indudable interés seguimos el argumento y devenir de este hombre, con quien no podemos sino identificarnos, y sobre todo y en parte también con sus conciudadanos. Y es que quien se crea una mentira que es odiable, indudablemente va a odiar y marginar hasta puntos lamentables al culpable de una falsa acusación.
Ganas de verla me dan. Malditos multicines murcianos...
ResponderEliminarLo triste es que esta película para el público mayoritario va a pasar desapercibida, y es excelente.
ResponderEliminarY lo más preocupante es que pase inadvertida con la mediocridad reinante en la cartelera ahora mismo. Una pena.
Una vez que he tenido oportunidad de verla no puedo más que darte la razón. Suscribo, palabra por palabra, las dos últimas frases
ResponderEliminarMenos mal que en estos períodos de cartelera preveraniega, en el que el cine está plagado de blockbusters, hay alguna que otra historia, como ésta, que supone un oasis.
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