Vladimir Nabokov y su esposa,Vera. |
Vladimir Nabokov, Lolita, 1955
Tengo miedo de escribir este post. El motivo es sencillo, no sé hasta que punto es sano que, al terminar Lolita al comienzo de esta primavera, me cambiase para siempre. Esta experiencia nada tuvo que ver con mi visión sobre las relaciones sexuales con niñas (las cuales condeno por completo), sino que guarda una estrecha relación con el grado de detalle con el que se describe la manera que tiene el protagonista, Humbert Humbert, de pensar, actuar y padecer.
Lolita, escrita por el escritor ruso Vladimir Nabokov en 1955, cuenta la historia de un hombre de unos cuarenta años que se enamora apasionadamente de una niña que, al comienzo de la trama, sólo suma doce primaveras. Ese amor, entre un hombre y una ninfa, es más una tortura y algo insoportable para el protagonista, que un idílico romance. Como toda relación, tiene sus momentos buenos y malos, pero debido a que se sustenta en un deseo enfermizo, los momentos malos son una constante, sólo salpicad fugazmente por buenos momentos condenados a desvanecerse. Humbert es un hombre maduro, tremendamente traumatizado por un amor de su adolescencia, mientras que Lolita es una niña estúpida, caprichosa e impredecible.
El protagonista, jamás se siente orgulloso de lo que hace, sino más bien obligado a hacerlo por su propia naturaleza pervertida. Ese es el sentimiento que la novela transmite. Uno se siente sucio, porque Nabokov sumerge al lector en la mente de una persona tremendamente afligida. En algunos momentos puede llegar a aislar de la realidad, hasta el extremo de creer que las ambiciones del protagonista son legítimas y que, por lo tanto, si la ama, debe estar con ella. De repente todo cambia, Humbert toma consciencia de su indecencia y al mismo tiempo el lector percibe un enorme sentimiento de culpa. Esa es la magia de Lolita, abre una ventana de par en par a la mente de un personaje al que no estaríamos acostumbrados a conocer. Arrastra nuestros ojos y nuestra mente por un laberinto de vergüenza, complicidad y culpa.
Lolita no trata sobre pedofilia y ni de lejos realiza una apología de esa práctica. Lolita no es un libro ni explícito ni pornográfico. Lolita es una historia de amor. Un amor imposible y desequilibrado entre una preadolescente y un perturbado hombre de mediana edad. Que alguien se apiade del pobre Humbert Humbert.
Pepe "Puertas de Acero" Pérez
Muy valiente comentario... Uno experimenta sensaciones muy extrañas al leer la Filosofía en el tocador del Marqués de Sade.
ResponderEliminarDe todas formas en escritores como Kawabata, por ejemplo, uno acepta casi con toda normalidad la relación entre Otoko (15 años) y Toshio (unos 30).
Saludos y felicidades por el blog.
Gracias por el comentario. He investigado sobre Kawabata y ¿te refieres a Lo bello y lo triste? Lo digo básicamente por añadirlo a mi lista de libros pendientes :)
EliminarUn saludo
Si, es lo único que he leído suyo :)
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