[Absténganse mirones, este post tiene alto contenido artístico]
Hace 2 días asistí a un concierto de Vinila von Bismark, una joven del Reino zirí de Granada a caballo entre la estética pin-up y la psychobilly. Esta joven de 25 años, como su porte advierte, dedica su vida al rock n' roll y a su mayor afición, el burlesque. Una rama artística que busca consagrar en la desazonada España.
Vinila pinchando en una sesión |
El quid de la cuestión es como ofrece esa libídine. Este proyecto fue a parar a Madrid donde fracasó su objetivo, poniendo rumbo a Barcelona en busca de mejor suerte, donde volvió a fracasar, pero decidió volver a Madrid y trabajar más duro donde por fin, primero como DJ y como cantante del grupo Krakovia, consigue darse a conocer. Además es aquí donde empieza su andadura en el burlesque gracias a la influencia de una amiga llamada Lola von Dage, una artista del burlesco berlinés.
El nombre de Vinila se lo pusieron unos amigos en "una noche de locura" influenciado por pinchar siempre con vinilo; el apellido von Bismark sugiere una mentalidad férreamente prusiana, pero más bien viene a remarcar su pasión por el cabaret alemán y por presentar un porte aristocrático.
En un principio conocida como Irenella, Irene trabaja como gogó en podios de discotecas. Un trabajo al que se vio obligada a volver en su primer año en Madrid. Sueña con actuar en el gran Crazy Horse de París rodeada de enanos, vodevil, hombres vestidos de mujer, y ella envuelta en plumas subida en un trapecio. También sueña con convertirse en una gran artista internacional y tener en primera fila de su espectáculo a Jonnhy Cash, Brenda Lee, Billie Holiday... y abrir champagne en su camerino, y comer montañas de caviar y fruta fresca. Una chica soñadora ésta que sueña con el lujo y una sociedad burguesa en los cincuenta que de glamour sabe bastante.
¿Sus ídolos? Candy Barr, a la que copia un modelito en el segundo videoclip que podéis ver más abajo, Dixie Evans, o Dita von Teese, contemporánea suya. Siempre sintió fascinación por este tipo de obras y muy jovencita, en Granada, empezó a crear sus pequeños espectáculos en las salas en las que ella misma no podría haber accedido por su edad. Allí pudo dar rienda suelta a sus ideas, no tanto como en sus primer año en Madrid.
Vinila tuvo además la suerte de conocer a The Lucky Dados durante un concierto en el que se quedó prendada de ellos. Tocan rockabilly puro y duro, además, aunque son 3 miembros, contrabajo, batería y guitarra, mantienen una estructura musical de big band, o al más estilo Jerry Lee Lewis, con esos vientos que siguen respodiendo a los cantantes. Un trío que publicó su primer LP en formato vinilo en Japón antes que en España. Vinila planteó la idea de formar parte del proyecto y surgió de ello algo fantástico como esto:
¡Vale! Para un momento de mover las caderas y los tobillos y sigue leyendo porque hay más... En este otro la tenemos convertida a mujer barbuda echando las cartas y huyendo cual colegiala desamparada por los bosques:
Ofrecen un gran espectáculo, tanto la banda con su frenética música como Vinila con su particular sensualidad burlesca. Pero si hay que criticarle algo, y a duras penas, es que quizá pierde la fuerza por la boca, aunque esto es una opinión personal. En ningún momento se va de tono, ni comete esos fallos de los directos de vergüenza ajena que te hacen sufrir por el artista. La voz es impecable desde la técnica, pero es una voz flaca, blanca, muy nasal que no da la garra que a veces necesita este estilo. Es lo que Pat Boone a Chuck Berry, un rock n' roll distinto más alejado del arquetipo negro. No obstante el espectáculo supera con creces este tipo de escollos quedando en un segundo plano, pues no desentona, cumple y acompaña con algo más grande. Pero no me malinterpreteis, la voz no desmerece para nada la música.
Los que asistimos al Centro Párraga de Murcia el otro día para ver a esta fantástica artista nos quedamos algo fríos, no tanto por ella sino por la nueva banda que le acompaña en esta actuación en solitario como Vinila von Bismark sin sus Lucky Dados. Además apenas pudimos oir la voz de Irene durante todo el concierto, pues su micrófono estaba a un nivel bajísimo debido al acople que sufría gracias a una penosa sonorización de la sala. Sumando que el espectáculo no llegó ni a una hora, esto nos dejó con ganas de más. Dió la sensación de que no se fue del todo contenta, y es que intentó hablar varias veces y apenas pudo, y no es para menos que parara, cuando chirriaba el micro, con mueca desaprobadora. También vivimos un momento espléndido cuando subió a bailar a todo un Travolta al escenario. Esa cercanía y ese desparpajo provoca situaciones tan divertidas como esas.
Un toque de atención para los técnicos y sus futuros conciertos en esta sala, y un esperanzador deseo de que regrese a estas tierras, porque si os acordáis y vais a verla no os dejará indiferentes.
Y para terminar, el burlesque final:
¡No os perdáis su música en Spotify!: Vinila Von Bismark & The Lucky Dados – The Secret Carnival
Por Conde Chócula (Aresti)
Fuentes:
- Diario Sur, edición digital.
- Rolling Stone, "Los placeres ocultos de Vinila von Bismark"
El nombre de Vinila se lo pusieron unos amigos en "una noche de locura" influenciado por pinchar siempre con vinilo; el apellido von Bismark sugiere una mentalidad férreamente prusiana, pero más bien viene a remarcar su pasión por el cabaret alemán y por presentar un porte aristocrático.
En un principio conocida como Irenella, Irene trabaja como gogó en podios de discotecas. Un trabajo al que se vio obligada a volver en su primer año en Madrid. Sueña con actuar en el gran Crazy Horse de París rodeada de enanos, vodevil, hombres vestidos de mujer, y ella envuelta en plumas subida en un trapecio. También sueña con convertirse en una gran artista internacional y tener en primera fila de su espectáculo a Jonnhy Cash, Brenda Lee, Billie Holiday... y abrir champagne en su camerino, y comer montañas de caviar y fruta fresca. Una chica soñadora ésta que sueña con el lujo y una sociedad burguesa en los cincuenta que de glamour sabe bastante.
¿Sus ídolos? Candy Barr, a la que copia un modelito en el segundo videoclip que podéis ver más abajo, Dixie Evans, o Dita von Teese, contemporánea suya. Siempre sintió fascinación por este tipo de obras y muy jovencita, en Granada, empezó a crear sus pequeños espectáculos en las salas en las que ella misma no podría haber accedido por su edad. Allí pudo dar rienda suelta a sus ideas, no tanto como en sus primer año en Madrid.
Vinila tuvo además la suerte de conocer a The Lucky Dados durante un concierto en el que se quedó prendada de ellos. Tocan rockabilly puro y duro, además, aunque son 3 miembros, contrabajo, batería y guitarra, mantienen una estructura musical de big band, o al más estilo Jerry Lee Lewis, con esos vientos que siguen respodiendo a los cantantes. Un trío que publicó su primer LP en formato vinilo en Japón antes que en España. Vinila planteó la idea de formar parte del proyecto y surgió de ello algo fantástico como esto:
¡Vale! Para un momento de mover las caderas y los tobillos y sigue leyendo porque hay más... En este otro la tenemos convertida a mujer barbuda echando las cartas y huyendo cual colegiala desamparada por los bosques:
Ofrecen un gran espectáculo, tanto la banda con su frenética música como Vinila con su particular sensualidad burlesca. Pero si hay que criticarle algo, y a duras penas, es que quizá pierde la fuerza por la boca, aunque esto es una opinión personal. En ningún momento se va de tono, ni comete esos fallos de los directos de vergüenza ajena que te hacen sufrir por el artista. La voz es impecable desde la técnica, pero es una voz flaca, blanca, muy nasal que no da la garra que a veces necesita este estilo. Es lo que Pat Boone a Chuck Berry, un rock n' roll distinto más alejado del arquetipo negro. No obstante el espectáculo supera con creces este tipo de escollos quedando en un segundo plano, pues no desentona, cumple y acompaña con algo más grande. Pero no me malinterpreteis, la voz no desmerece para nada la música.
Los que asistimos al Centro Párraga de Murcia el otro día para ver a esta fantástica artista nos quedamos algo fríos, no tanto por ella sino por la nueva banda que le acompaña en esta actuación en solitario como Vinila von Bismark sin sus Lucky Dados. Además apenas pudimos oir la voz de Irene durante todo el concierto, pues su micrófono estaba a un nivel bajísimo debido al acople que sufría gracias a una penosa sonorización de la sala. Sumando que el espectáculo no llegó ni a una hora, esto nos dejó con ganas de más. Dió la sensación de que no se fue del todo contenta, y es que intentó hablar varias veces y apenas pudo, y no es para menos que parara, cuando chirriaba el micro, con mueca desaprobadora. También vivimos un momento espléndido cuando subió a bailar a todo un Travolta al escenario. Esa cercanía y ese desparpajo provoca situaciones tan divertidas como esas.
Un toque de atención para los técnicos y sus futuros conciertos en esta sala, y un esperanzador deseo de que regrese a estas tierras, porque si os acordáis y vais a verla no os dejará indiferentes.
Y para terminar, el burlesque final:
¡No os perdáis su música en Spotify!: Vinila Von Bismark & The Lucky Dados – The Secret Carnival
Por Conde Chócula (Aresti)
Fuentes:
- Diario Sur, edición digital.
- Rolling Stone, "Los placeres ocultos de Vinila von Bismark"
Muy buen post, da gusto descubrir cosas nuevas ;)
ResponderEliminarMuchas gracias Julieto69, seguimos trabajando en ofrecerte buenos contenidos, fiel lector ;)
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