El infame Billy el niño, caracterizado en la película de Sam Peckinpah |
A lo largo de la Historia se suele encumbrar a los más valerosos o aquellos que por la fuerza de las armas se han hecho, para bien o para mal, con el poder: levantamos estatuas y luego las quitamos, le ponemos el nombre de tan ilustres señores y señoras a nuestras calles, plazas e incluso edificios, museos y demás elementos tan propios de la jungla urbana. Pero mérito es el legado de hoy día, de lo que somos, tanto de aquellos de cuyos nombres y apellidos nos acordamos cada vez que paseamos tranquilamente por la street, que dicen los ingleses, como de los desgraciados, los rufianes, los pícaros, descarados y sinvergüenzas. Los infames.
Ni más ni menos sobre este tipo de indeseables trata el libro Historia universal de la infamia, de Jorge Luis Borges, una obra irrepetible e imprescindible, diría yo, de este ilustre señor de Buenos Aires. En ella nos presenta varios relatos cortos, de unas 10-12 páginas cada uno, aproximadamente, en las que nos describe un personaje odioso y detestable por sus actos, pero irremediablemente admirable y fascinante por lo mismo. Es el verse reflejado a través de estas historietas protagonizadas por gente impresentable lo que más seduce al lector, el conocer algo de individuos pintorescos que hacen cosas que alguien educado en la ley y el orden nunca haría.
Tenemos historias desde un vacilón hijo dalgo que quiere batirse con el mejor navajero del lugar en 'Hombre de la esquina rosada', un esclavista traidor de negros y blancos a la par en 'El espantoso redentor Lazarus Morell' hasta la historia de Pat Garret y Billy El Niño como nunca nos la han contado ni nos la contarán. Borges utiliza un estilo sobrecargado y lleno de florituras en expresiones y formas verbales, de la que él mismo se ríe en el prólogo, pero es que cada historia te atrapa a lo largo de su breve duración y cada página se sigue con la misma intensidad que la primera.
Además, con su peculiar estilo, Borges consigue hacer un aporte fundamental a la hora de contar un relato histórico, consistente en dejar a un lado el rigor histórico y centrarse en el personaje que está tratando. En cómo se sentiría momentos antes de morir, cómo antes de matar o cómo al hacer un disparate ilegal y tremendamente erótico. Si es que leyendo este libro uno no puede sino sentir la mayor de las curiosidades por ese legado que se sigue escribiendo día a día que es la Historia.
Almaciguero Mayor
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