miércoles, 25 de septiembre de 2013

Gilles de Rais: el héroe que se convirtió en Lucifer (I)


La Historia siempre nos tiene reservadas sorpresas. Cada día podemos descubrir acontecimientos fascinantes, relatos increíbles, más propios de la ficción que del lento devenir del día a día, de nuestra existencia. Pero otras veces nos sorprende por lo crudo y salvaje que pueden encerrar sus páginas, por las barbaridades genocidas, los asesinos sin piedad,  los violadores, esa gente que perpetra día sí día también acciones atroces merecedoras del desprecio general, y que no obstante, ahí están, y aunque ni mucho menos sean agradable ni digeribles con facilidad, no sólo de grandes líderes y mentes brillantes vive nuestra memoria. Esta es la historia de Gilles de Rais.

Nacido en 1404 en el castillo de Champtoncé, en Bretaña, e hijo de Guy II de Laval y Marie de Craon, estaba llamado a ser uno de los nobles más poderosos de la Francia de su tiempo. Muy unido a su hermano pequeño René, tempranamente quedarían ambos huérfanos, cuando Gilles apenas si había cumplido los 9 años. En una cacería por los bosques aledaños, Guy de Laval hirió a un jabalí de muerte, pero éste, en ún último impulso animal, embistió al señor bretón con sus cuernos, destrozándole el vientre y provocándole un desgarro irreversible y una agonía de dos días que el joven Gilles vivió en primera persona voluntariamente. Quiso pasar esos últimos momentos con su padre, con la consiguiente visión de la muerte en su más sangrienta versión. Semejante trauma explica en parte los hechos que más adelante se cuentan.


Ruinas de Champtoncé
Si además añadimos que se hizo cargo de la educación de los dos hermanos (por la muerte muy poco después de la madre) el abuelo materno, Jean de Craon, un cascarrabias egoísta contrario a las escuelas y propenso a las armas, la forja del maligno personaje queda ya encaminada. Durante la tutela del viejo, Gilles hacía lo que le daba la gana sin ningún tipo de control, desatando un narcisismo, egocentrismo y violencia hacia todo lo correcto que asombraba a propios y extraños de su familia. A pesar de su dejadez en las artes escritas, sí que le apasionó el libro La vida de los doce Césares, especialmente en la parte que atañe a los emperadores Nerón, Tiberio y Calígula, en el que la destrucción, el hedonismo, las orgías y la sangre eran los protagonistas.

A los 16 años Gilles de Rais afrontó su primer combate armado durante la Guerra de Sucesión Bretona entre las casas Montfort y Penthièvre, donde ya mostró su talento nato para matar y su valentía fuera de lo común, haciéndose de respetar rápidamente entre los que combatían a su lado. Un año después su abuelo intentó desposarlo con Catherine de Touars, una joven heredera (y prima de Gilles) de una inmensa fortuna en tierras y castillos, pero Gilles no era del agrado del padre de la muchacha. Ante la negativa el abuelo Craon junto al despiadado nieto, raptaron a Catherine y la obligaron a casarse en secreto. Cuando los tres hermanos de ésta acudieron al castillo de Champtoncé, fueron encerrados en mazmorras y uno de ellos murió de hambre. 

A pesar de estos esfuerzos para casarse con Catherine, el motivo obviamente eran sus tierras, ya que los casamientos en la época era lo que daba derecho a acrecentar las tierras de los señores por la dote correspondiente que recibían. Pero dicho sea de paso, a Gilles no le interesaban lo más mínimo las mujeres. La prueba es que hasta 7 años después, en 1429, no nació la única hija que dio el matrimonio, Marie. Durante esos 7 años Gilles había adquirido ya la mayoría de edad y por tanto la titularidad de sus tierras y sus suculentos impuestos, los que dedicó a luchar contra los ingleses al servicio del Delfín (heredero legítimo al trono) francés Carlos. No olvidemos que estamos en el marco de esa interminable Guerra de los Cien Años (1337-1453) que desangró a media Francia y vio cómo la arquería inglesa y galesa pasaba a mejor vida.

Si al noble francés no interesaban en absoluto las mujeres, cuando apareció la figura divina de Juana de Arco, quien afirmaba que Dios la había enviado para guiar a los franceses a la victoria, el joven aristócrata no dudó en ser el primer entusiasmado con la idea de la joven, siendo su mano derecha durante la increíble victoria que levantó el asedio inglés de Orleans. Según contó en su senectud, lo que pensó al verla fue: "Cuando la vi por primera vez parecía una llama blanca. Fue en Chinon, al atardecer, el 23 de febrero de 1429. Desde el principio fui su amigo, su campeón. En el momento en que entró en aquella sala un estigma maligno escapó de mi alma y, ante el escepticismo del delfín y la corte, yo persistí en creer en su misión divina. En presencia de ella y por ese breve lapso de tiempo, yo iba en compañía de Dios y mataba por Dios. Al sentir mi voluntad incorporada a la suya, mi inquietud desapareció" 

Francia (verde) en 1429
En el momento en que apareció Juana, Francia estaba con la moral por los suelos, el rey francés no tenía corona y su corte estaba en Chinon, un castillo insignificante al lado de las grandes ciudades como París o Reims. El único que hacía algo por los intereses franceses era el señor de Rais, pero más por saciar su sed de batalla y de ver sangre que por su interés en la flor de Lys. Sin embargo, la llegada de Juana a Chinon hizo, tras varias desavenencias iniciales, que el Delfín Carlos pusiese un pequeño ejército a sus órdenes y a las de Gilles, con el objetivo de liberar Orleans, que llevaba asediada desde hacía 6 meses por los ejércitos ingleses y sus aliados borgoñones. 8 días tardaron las tropas de refuerzo junto con las ya presentes en Orleans, entre las que se encontraban personajes tan famosos como el Bastardo de Orleans y el legendario militar Le Hire (sí, sale en el Age of Empires II), en expulsar a los ingleses, que estaban muy bien fortificados, y que 7 días antes ni en broma hubieran pensado que los acobardados franceses les podrían vencer.


Después de la victoria y la liberación de Orleans (quien quiera verla en el cine realizada impecablemente, que le eche un vistazo a la irregular película Juana de Arco, de Luc Besson. Los combates son de un realismo acojonante), Juana y los suyos fueron considerados la salvadora de Francia, y de hecho por liberar la ciudad se le llama la Doncella de Orleans. Además, el Delfín fue coronado como Carlos VII en la catedral de Reims, y de paso nombró a Gilles mariscal de Francia, pasando así a ser el segundo hombre más poderoso de todo el país, con tan sólo 25 años. Juana y Gilles eran la salvación tan anhelada, como así demostraron con posteriores victorias sobre los ingleses. Sin embargo, tras el fracasado intento de conquistar París, donde Gilles salvó la vida de Juana, ésta cayó poco después en manos inglesas durante una emboscada. Cuando Gilles se enteró de que el rey no hizo nada para salvar a Juana, no dudó en pronunciarse:  "¿Quién es este rey que niega a su salvadora la posibilidad de ser recuperada de manos inglesas?; Sólo sois un miserable bastardo que se sirvió de la pureza demostrada por la doncella para alcanzar sus fines. ¡Os desprecio!"

Lo que a continuación tuvo lugar no se sabe bien a ciencia cierta. De Rais, ultrajado y cabreado por la captura de Juana, contrató una fuerza de mercenarios con intención de ir a la aventura y rescatarla, pero según se cuenta, fue rechazado por las numerosas tropas inglesas a las primeras de cambio y no pudo cumplir con su cometido. La muerte de Juana en la hoguera fue un tremendo revés que sumió a Gilles en la mayor de las oscuridades: a partir de entonces perdió las ganas de luchar contra los enemigos de un Dios y de un rey que permitía que los ingleses quemaran a su doncella. El rey Carlos le privó poco después de su condición de mariscal y a partir de ahí (1432) se retiró de los conflictos armados, lo que provocó su ansia de sangre, otrora controlada por la pureza y bondad de Juana y su constante lucha contra enemigos, que le hicieron sentirse espiritualmente realizado, en estos momentos tuviese que volcar con otra gente y en otras circunstancias, que le llevaron a convertirse en un monstruo. Pero para no masacrar de aburrimiento al sufrido lector, dejaremos ese trozo de la historia para una segunda parte.

Vincent Cassel como Gilles de Rais en la película Juana de Arco (1999) de Luc Besson

Por Almaciguero Mayor

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