[Crítica Musical]
Fotografía de Simon Bonaventure |
Llegó la medianoche y nuestra doncella no perdió su zapato. Y no fue fácil, pues no hubo corazón que no se estremeciera al verla danzar subida a unos zapatos de la mitad de su altura, rayando el escenario como un fox-trot en aquellos y felices años 20. Koko Jean-Davis (voz) se alzó sobre el suelo del teatro, su voz le hizo levitar y su enorme tacón fue la aguja del tocadiscos que puso la música. No es de extrañar que este grupo con un desfase pretendido esté tan de moda hoy. Han recuperado la esencia de unos años en los que se cantaba y bailaba con el alma, y la sencillez de los bajos instintos.
El soul
y el R&B de los 50’ se han reencarnado en la piel de estos barceloneses,
una suerte para los que no pudieron nacer antes y ver a aquellas Tina Turner o Etta
James con sus pequeñas big bands. The
Excitements no ha roto ningún molde, siguen la estricta estela de sus
predecesores salvando las distancias, aunque su show nos deja algunas lindezas.
Seccionados
por una luz cenital comienzan su espectáculo, un ambiente un poco lóbrego para
el ritmo frenético de sus temas que, uno tras otro, se enlazan dejando solo
unos segundos de silencio para que los músicos puedan refrescar sus gaznates.
Vienen
presentando un nuevo disco de composición propia en la búsqueda de una identidad
que ya se preveía. Lucen una técnica sublime, pero esta acaba donde comienza la
repetición de recursos. Aunque a pesar de su marcado soul son capaces de fusionar un rock n’ roll del que solo te
percatas cuando te ves bailarlo. Puede que aquí resida esa virtud que algunos a
veces consideramos un lastre. La extrema profesionalización en su estilo les ha
hecho perder la originalidad llevándote en puntos del concierto a buscar las
diferencias entre tema y tema; esperando alguna sorpresa que de vez en cuando
llegaba de un guitarrista con alma funky
o de un saxo alto que por desgracia estaba relegado a tres notas por compás.
Un
servidor hoy no puede leer sus propias notas pues tuvo que tomarlas de pie
zarandeado por una masa enloquecida. Koko levantó hasta en tres ocasiones a un
público que se resistía a sudar. Lo hizo ella en sus temas “I’ve bet and I’ve lost again” y la versión “Never gonna let you go” derrochando pulmón, llorando y sudando como
quien respira.
Por Javier Arnedo.
No los conocía, ahora me ha picado la curiosidad. Los escucharé :)
ResponderEliminarMe alegra que te haya suscitado curiosidad ;)
EliminarSaludetes Tejera chica.