Por Monsieur le Tupé.
Suiza, el país con más lavanderías de toda Europa, ha aprobado en referendum el establecimiento de cuotas de entrada al país para sus vecinos europeos. Si se legisla teniendo en consecuencia este deseo de la población, lo que es bastante probable teniendo en cuenta los mecanismos establecidos en el país para respetar las decisiones tomadas en referendum, se acabará la libre circulación de personas entre el país y la Unión Europea. Esta restricción a la inmigración supondrá no sólo un quebradero de cabeza para mantener estables el conjunto de tratados europeos, sino también un precedente negativo en una zona geográfica que se ha caracterizado estos últimos años por fomentar el libre tránsito de personas. El miedo al extranjero se ha cobrado su primera pieza.
Podemos encontrar dos razones fundamentales para limitar la inmigración: sus efectos perniciosos sobre la cultura autóctona y sus consecuencias negativas sobre la economía. La primera está más sujeta a debate, por ser el término cultura nacional algo profundamente subjetivo, incapaz de ser medido y propio de discusiones donde prima más quien tenga la barba más tupida y no los argumentos más sólidos; pero el segundo aspecto, el económico, si se puede analizar con papeles, con números, con análisis históricos. Y lo voy a dejar claro: que la inmigración sea perniciosa para la economía de un país es MENTIRA. En me inventoestadisticaslandia quizás podamos encontrar un caso donde una nación sufrió económicamente por la llegada de inmigrantes, pero en España, en Suiza, y en la mayoría de países, la llegada de extranjeros supone una consecuencia positiva para el país.
Esto es así. La inmigración trae de la mano infinidad de problemas y costes, pero en el ámbito económico a día de hoy ya ha quedado más que probado que ofrece más de lo que quita. Aun así, y para que os sintáis justificados cuando la emprendáis a martillazos con el siguiente que diga lo de "los extranjeros están arruinando el país", os traigo aquí analizadas las principales consecuencias de la migración para los países de destino.
Como factor demográfico, la migración tiene un efecto rejuvenecedor que permite que la tasa de envejecimiento descienda. Nuestro ámbito más cercano, rodeados como estamos de países europeos ricos con tasas demográficas alarmantes, necesita desesperadamente frenar el envejecimiento de la población para garantizar la viabilidad de los servicios sociales, así que cualquier efecto que aumente la natalidad es bien recibido. No obstante, la historia ya ha demostrado que a largo plazo los efectos se moderan. La argumentación de que existe un tipo de inmigración cuya cultura puede suplantar a la nacional bajo la dinámica de que los que vienen siempre tienen más hijos que los que están es especialmente dolorosa. El efecto rejuvenecedor depende de la llegada de inmigrantes nuevos, la fecundidad de los inmigrantes se reduce drásticamente con el paso de generaciones. Quitando la jerga económica: alguien que venga de Senegal tendrá más hijos que un nacional, pero la tasa de natalidad de los nietos de ese senegalés será prácticamente idéntica a la media nacional.
Comúnmente se argumenta que la migración tiende a elevar la tasa de desempleo y reducir los salarios de los trabajadores nativos, debido a que se incrementa la oferta laboral y se compite por los mismos puestos de trabajo, por lo que se produce el efecto de un desplazamiento de los nacionales y una disminución de los salarios. Esto es un proceso cierto y con consecuencias visibles, pero sólo resulta un coste si no analizamos el escenario en conjunto. La realidad es que los inmigrantes también elevan la productividad al facilitar que los trabajadores nativos se desplacen de trabajos mal remunerados y con bajas prestaciones laborales a otros de mayor calificación y remuneración. La entrada de extranjeros incrementa la producción y con ello el crecimiento económico.
Otra cuestión importante es determinar la relación de coste-ingreso de los extranjeros en relación al fisco y los programas públicos de asistencia social. El argumento es muy conocido también: la llegada de inmigrantes y sus familias, los cuales tienden a pedir beneficios de salud y educación para ellos y sus hijos, eleva los costes del sistema social y genera desajustes en las cuentas fiscales. Esta idea tiene un amplio calado en el debate político y ocasionalmente se traduce en la promulgación de leyes que limitan el acceso de los inmigrantes y sus descendientes a la educación, la salud, y en general a los servicios de protección social. Vamos a dejar clara una cosa: la evidencia empírica acredita que la frecuencia con que los inmigrantes hacen uso de los servicios sociales es más baja en comparación con la población nativa. Los extranjeros no realizan más gasto que los nacionales, incluso llegan a hacer menos. Además, está demostrado que las ganancias futuras debido a la mayor productividad y el pago de impuestos compensan el gasto realizado.
Y resumiendo mi posición en tres puntos:
- El efecto sobre la pirámide demográfica es positivo.
- El efecto sobre el mercado de trabajo es positivo.
- El efecto sobre el sistema asistencial es positivo.
Esto son datos: es la realidad aporreando a tu puerta. La inmigración se puede analizar sobre otros aspectos más allá del económico, y no seré yo el que no diga que no tenga matices negativos, pero no se puede usar la economía como un arma contra los extranjeros inventándose cualquier mentira que suene bien. Suiza ha esquivado la crisis con bastante maestría, el paro es estable, los salarios han crecido moderadamente, y ellos mismos han admitido que el debate sobre los extranjeros no estaba centrado en los efectos económicos de la inmigración. Así que recordad: decir que los inmigrantes arruinan el país equivale a golpe de remo. Hombre que si.
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