Por Almaciguero Mayor
En 1936 comienza el horror en España, y un millón de muertos después, finaliza para desgracia de algunos y consuelo de una mayoría que no quiere soportar más bombardeos, hambre y saqueos. Los fusilamientos y castigos de los vencedores sobre los vencidos vendrán después, para dejar al país polarizado hasta hoy en día, por supuesto con carroñeros que alimentan con bravatas y discursos onanistas esta división, a condición, claro está, de que sus libros de humo sean vendidos y sus grandes y falsarias teorías nunca puestas en entredicho. A estos defensores de las causas indefendibles les importa un pimiento la realidad, lo crudo y jodido que es un país dividido por una guerra. Ellos siempre querrán que eso esté ahí, para distinguir a los buenos de los malos.
Pero dejándonos de análisis tan estériles como mil veces leídos, escuchados y sobre todo, sufrido, hablo de la Guerra Civil porque su consecuencia inmediata, o sea, la dictadura franquista, es el propósito de estas líneas. Más concretamente su relación con el cine. Porque, a pesar de que Franco fue un gran fan, o más bien, consumidor de cine (según cuentan veía en proyecciones privadas en su residencia a razón de tres por semana, rodeado de familiares, amigos e idólatras), lo cierto es que la censura capó un buen puñado de escenas de películas, o el infame doblaje fue utilizado con el fin de ocultar lo que en realidad decían los intérpretes. Por ejemplo, en España no supimos hasta 1983, que Bogart en Casablanca había luchado en el bando republicano, de ahí el aura de ángel alistado en las causas perdidas que rodea este personaje inolvidable. Pero en España sólo supimos que luchó contra los alemanes. Por supuesto, miles de besos o escenas en las que se enseñaba alguna pierna más de la cuenta fueron prohibidas, además de un montón de películas cuyo mensaje o forma de expresarlo no era contemplado por el régimen.
Sin embargo, hay unas cuantas películas que, como el jamón de pata negra, fueron producto nacional durante esos años, y que, bien por la inutilidad de los censores (o algunos recortes de film mediante), o por su escasa repercusión, se pudieron emitir en los cines, a pesar de su contenido altamente contrario a la sociedad española de la época. Salvo Viridiana, claro.
Viridiana (1960)
En 1960 llegó el escándalo con Viridiana. La película que hizo Luis Buñuel a petición de Franco, en España, fue toda una provocación hacia los principios de la sociedad de la época. Se nos presenta a una joven monja que si por ella fuera no saldría nunca del convento, pero acude a la llamada de su tío, un señorito terrateniente, que obsesionado con ella, la droga con propósitos sexuales. A lo largo de la película vemos continuamente alusiones al sexo, así como frases incendiarias como: "Para vivir con una mujer, no necesito que nadie me dé la bendición". Coronas de espinas y crucifijos en hogueras terminan por desatar el cóctel subversivo, pero Viridiana no acaba ahí, es además un retrato mordaz y certero de la inutilidad de la caridad, del dar a quien no tiene por lástima. Como no podía ser de otra manera, la película, ganadora de la Palma de Oro en Cannes, donde un representante del gobierno de Franco recibió orgulloso el premio, poco después fue censurada, hasta el fin de los tiempos del franquismo.
El verdugo (1963)
El realizador valenciano Berlanga, aliado con el guionista Rafael Azcona, nos trajeron algunas de las mejores películas españolas de la Historia, si acaso de las mejores comedias de la Historia del cine universal. Haciendo uso de un lenguaje inmejorable, nos traslada con una gracia, una mala leche y un tono únicos, la desgracia de un hombre que se ve obligado a trabajar de verdugo por liarse con la hija de un practicante de tales artes y obligado por el mismo. Es extraño como poco que se permitiese ver una película en la que se habla con tremenda acidez del oficio de quitar vidas por encargo del Estado, como pena máxima de delito, ya que el régimen franquista no dudaba en utilizarla cuando le era mester. Para callar bocas. Pero no sólo eso, El verdugo es un alegato contra la pena de muerte que vale para la España franquista, la Estados Unidos de Obama o el tan querido paraíso de la democracia suiza. Su final, con los guardias civiles llevando a rastras al nuevo verdugo, es tan genial como estremecedor. Es una obra de arte inmortal, de visionado obligatorio para todo amante del gran cine.
Plácido (1961)
Pero si hablamos de las múltiples alianzas entre Berlanga y Azcona, no podemos dejar de lado la que para mí es la mejor película española, teniendo en cuenta que hablo de lo que he visto, sin ser poseedor de la verdad absoluta. Quizá con todavía más mordacidad y mala hostia que en El verdugo, Plácido nos traslada al día de Nochebuena más loco que uno pueda ver en una pantalla. Plácido es el poseedor de un motocarro, pero todavía no en propiedad, por lo que debe pagarle la letra correspondiente al banco, justo el día de Nochebuena. Como lo necesita para un desfile que se organiza con motivo del advenimiento de Cristo, no para de perseguir al organizador para que le pague lo adeudado. Además, el susodicho desfile se realiza para una campaña tan hipócrita como detestable llamada "ponga un pobre en su mesa", para que se vea la buena disposición de los señoritos en el día del Señor. El culmen de esta hipocresía generalizada se encuentra cuando a uno de los pobres le da un infarto y, en vez de darle tranquilidad mientras está muriendo, todos los ricos, al enterarse de que vivía en pecado con otra pobre, deciden casarlos a otra prisa. Y cuando la señora quede viuda, pues a lavarnos las manos, que ese mendigo está con Dios, que es lo que importa. Otra comedia de Berlanga imprescindible.
Nueve cartas a Berta (1965)
El primer largometraje de Basilio Martín Patino es una historia tan curiosa como melancólica. Trata de la vida de un joven estudiante de Derecho salmantino, que tras pasar un año en el Londres de los 50 en compañía de una novia insustituible, hija de un profesor republicano exiliado, debe volver a su Salamanca de toda la vida. El retrato que hace esta película de la Salamanca (que podría ser cualquier ciudad) anclada en el mismo punto desde dios sabe cuántos años, es tan asfixiante como finalmente deprimente. Asistimos acompañados por las nueve cartas a Berta contadas por la voz en off del protagonista a sus miedos, sus anhelos y sus sensaciones, sobre todo la de que va a estar atado ahí de por vida, formando parte del paisaje, como sus padres, como sus abuelos, como todos. El gozoso esplendor en la hierba tenía fecha de caducidad, e ignorante de ello, se lleva un chasco doloroso y muy amargo. Es una película jodida, que nos habla de cosas tan reales como la idea que nos formamos siendo estudiantes de nosotros mismos, de lo que va a ser la vida , y lo que luego es la puta realidad. Una mierda, vamos.
El espíritu de la colmena (1973)
En los últimos años del franquismo llegó esta película tan singular, tan preciosa, tan hipnótica. A través de la mirada de la niña Ana Torrent, Víctor Erice nos trae las consecuencias que la guerra ha tenido un pueblecito, el cómo ha afectado a la vida de la gente que antes era libre, y ahora está destinada a la rutina, al andar sin pensar, a no mirar lo que tienes al lado sino el bendito trabajo que tienes por delante. Como una colmena de abejas, ese es el pueblo de Ana, y la España de la posguerra según Víctor Erice. Pero por fortuna, no todo está perdido, siempre hay gente que cree en los sueños, que mira más allá de las cosas, a pesar de que el resto se empeñen en pisotearlos. O por lo menos así lo ve ella, y nosotros con ella. Dentro de la colmena, del rebaño de ovejas, siempre hay alguna que se plantea las cosas, y gracias a ellas el mundo todavía es un lugar en el que hay cabida para la buena gente, la que no quiere imponerse por la fuerza. Esta película es poesía pura, un canto a la libertad de pensamiento, y sobre todo, un gozo de ver.
"Ganadora de la Palma de Oro en Cannes, donde un representante del gobierno de Franco recibió orgulloso el premio, poco después fue censurada, hasta el fin de los tiempos del franquismo":
ResponderEliminarTOCATE LOS COJONES.